UNA VISITA A EL INFORMADOR
Era un día lluvioso, como la mayoría de los días del mes de
octubre. El sol apenas destilaba pequeños rayos entre las nubes, lo pudimos ver
mientras el autobús pasaba por el Ziruma. Para evitar escuchar al conductor
decir: "Mercado, Centro, Avenida Libertador, Mamatoco, Bonda", Maira enchufó los auriculares al teléfono y, como no tenía la memoria con música,
colocó la emisora en la frecuencia de UniMagdalena Radio. Cuando advertimos que íbamos por la carrera 4ta con calle 22, Ailin miró la pantalla del móvil y leyó:
"04:55 pm - martes, 11 de noviembre". Estábamos relativamente cerca pues
debíamos bajarnos en la Avenida Libertador, diagonal al colegio Liceo Celedón y a
la Registraduría Nacional.
Al llegar a nuestro lugar de destino, el diario El Informador, encontramos a varios compañeros de clases sentados en el andén, esperando al profesor
Javier Charris Fontanilla, de quien decían no llegaría pues tenía 20 minutos de
atraso. Lo cierto es que no transcurrió mucho tiempo cuando el susodicho llegó
y nos invitó a seguir. El portero, de camisa encajada y zapatos bien embolados,
abrió una reja negra de aspecto antiguo y algo descuidada. La fachada del lugar
es acogedora. Las paredes tienen un amarillo ocre y rojo ceniza en los bordes,
con letras grandes que rezan "El Informador".
Reunidos en la terraza del periódico, el profesor empezó su
disertación, comentado que El Informador es el diario más antiguo que aún
existe en la ciudad de Santa Marta (fundado el 7 de agosto de 1958 por José
Benito Vives de Andreis, conocido en la ciudad como Pepe Vives tras ser
gobernador y empresario) y trayendo a memoria una antigua máquina de imprenta
de la que nos había comentado en clases. Se trataba de una linotipia, que se utilizaba
colocando letra por letra, fundidas en acero, en una plancha. La linotipia
quedó en el olvido luego que se empezara a emplear la rotativa, hace poco más
de 50 años.
Posterior a algunas palabras de reconocimiento por parte del
profesor Charris hacia el señor José Vives de Andreis, ingresamos a la
recepción del periódico. Allí pudimos observar fotografías a blanco y
negro del señor Pepe Vives y su esposa, la señora Silvia Rosa Campos, una sala
de tertulias que lleva el nombre del fundador del diario y algunos cuadros con
las imágenes de diferentes religiosos. Es menester resaltar que la empresa que
publica a El Informador es Editorial Magdalena S.A.
Casi de inmediato ingresamos a una puerta que está al lado derecho
de la sala de estar. “Buenas…” saludamos todos casi al unísono mientras la
puerta se cerraba lentamente y escuchábamos su crujir. Era la oficina de la
gerente del periódico, Rosa Paulina, y nieta del señor Pepe Vives. Lleva
laborando 14 años. “¡Cómo pasa el tiempo!” - fue la expresión que el señor
Charris y la doctora compartieron. Su labor es básicamente gerencial, claro,
teniendo a cargo la parte comercial y administrativa.
Para la parte de publicidad, comenta la doctora, trabajan con
tarifas donde consignan el valor de centímetro por columna, de acuerdo a la
página y color en que se desee publicar. Realizan las propuestas a la compañía por
medio de cartas o personalmente. Si la respuesta es positiva y la empresa desea
publicar, envían una carta llamada ‘Orden de publicación’ donde dan la
autorización y a nombre de quién se facturará; además, adjuntan el arte que,
actualmente, se requiere PDF de alta resolución.
Kevin no se puedo contenerse y le hizo una pregunta: “Si deseo publicar un
anunció a color, 5 columnas, en la portada y de 34 cm, ¿cuánto me cuesta?” Inmediatamente
la doctora tomó su calculadora y sacó cuentas. “Ese anuncio te cuesta 15
millones, ese es el valor estándar en todo el país, pero nosotros hacemos
descuentos pues el mercado de Bogotá se mueve diferente al de Barranquilla y
Santa Marta, entonces el descuentos es del 45%, casi del 50%, entonces el anuncio
te va a costar 7 millones 500 mil pesos, realmente”.
Los días lunes, viernes, sábados y domingos son los de mayor
circulación. Además, la doctora reconoció la importancia de los suscriptores
como un ‘colchón’ sobre el cuál se trabajará.
Al salir de la oficina subimos por unos peldaños de madera que crujían
desesperadamente, parecía que caerían. En el segundo piso, visitamos
rápidamente la sala donde llevan a cabo la papela, la reunión entre periodistas
y jefe de redacción para acordar qué temas se cubrirán y quiénes lo harán. Luego
pasamos a la sala de redacción, donde estaban laborando cinco personas y donde
se hizo especial énfasis en que, en El Informador, cada periodista diagrama su
propia página. Allí estaba ‘Alvarito’, quien diagramaba la página de
judiciales, Helen, responsable de medios digitales y puente entre el público y
el periódico, Insayro, cuyo trabajo es “terminar de arreglar los trabajos o las
páginas que hagan los periodistas”, y Edgar, el corrector de estilo.
Cuando Edgar quiso concluir su discurso, todos teníamos los ánimos
abajo y sólo queríamos estar en casa esperando que empezara La Voz Kids. Para
finalizar, volvimos al lugar inicial, la terraza, y el profesor organizó los
grupos de trabajo, recordando la actividad que debíamos entregar hasta el
sábado.
Por:
Kevin E. Molina
Ailin Navarro
José Casas
Luz Adriana Genoy
Maira Villazón
Por:
Kevin E. Molina
Ailin Navarro
José Casas
Luz Adriana Genoy
Maira Villazón
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